
Voy a ser claro, ésta película está claramente enfocada para minorías.
Terrence Malick, ese humano con natillas en las venas vuelve y lo hace dando un salto cualitativo a su propio estilo, ¡MALICK STYLE!.
Si se me permite, no voy a calificar de “película” a lo que he visto ésta tarde. Puede que por las circunstancias, por mi educación, mi entorno, mis genes y la causalidad de las acciones acumuladas a lo largo de mis 29 años me hayan llevado a calificarla como, “experiencia” cinematográfica.
Desde mi punto de vista es un error garrafal etiquetar en dos grupos (cual Matías Prats en ING) a la audiencia de éste film por su coeficiente intelectual. Quizás sería más acertado hacerlo por su sensibilidad a la vida y al arte.
No todo el mundo puede ser sensible al apabullante acribillamiento de sensaciones que provoca cada fotograma de éste film. Terrence da sentido (y sensibilidad) a casi todos los fotogramas de la película.
Malick es un poeta visual. Describe conceptos filosóficos, emotivos y sensitivos con una maestría como nunca antes lo había visto. Éste hombre ha creado la fotografía y la lírica en movimiento y si eso no te gusta, va y se casca unas escenas íntimas entre los actores que acojonan sólo con pensar cómo habrá conseguido tal hermetismo emocional.
Creo que voy a ser de los pocos que va a defender a Brad Pitt como la bestia parda de éste film (Sean Penn está ahí para cobrar el cheque y vamonos que nos vamos). Sutil y acojonante actuación que se marca el tito Brad, con mención especial a la escena del "almuerzo en familia", SUBLIME.
LO MEJOR:
-La cámara de Malick (la quiero para navidad).
-La banda sonora.
-Brad Pitt y la madre que lo parió.
-Las escenas íntimas "improvisadas".
-La creación del universo y la vida.
LO PEOR:
-Si no entras en sintonía con la película-experiencia te va a resultar leeeenta y aburrida... y te daré toda la razón del mundo.
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